Ser digno de ser
Por Rodrigo Seijas
Dentro del cine nacional más reciente, encontramos a películas como UPA! o Balnearios, que se plantan frente al mundo y al espectador como si tuvieran todas las respuestas, y todas ellas fueran las correctas. En general uno puede llegar a acceder a alguna que otra respuesta, y no siempre es la acertada. Cuando se cree tener todas las respuestas correctas, en verdad lo que sucede es exactamente lo contrario.
Dentro de ese panorama, una película como Novak se posiciona con una llamativa humildad, haciéndose preguntas permanentemente y transmitiéndolas hacia el espectador. Parte de una premisa –hay que reconocerlo- un tanto endeble, pero la supera entablando numerosas búsquedas: la de un director, un festival, un filme, incluso un espectador. Todas las indagaciones se revelan en ciertas formas infructuosas, la frustración es permanente. Y sin embargo, no hay resignación, la exploración continúa.
Novak se mete bien adentro del circuito cinematográfico, haciéndose cargo de lo que está contando. Incursiona dentro de los pasillos del Abasto, transita por las diferentes salas. Incluso se permite dejarse arrastrar por esa burocracia vinculada a las credenciales, las funciones de prensa y conferencias. Todo ese conjunto evidentemente sobrepasa por completo a los personajes, que vagan perdidos sin encontrar lo que buscan ni a sí mismos. Pero Novak, como filme, como escenario de la historia, nunca mira desde arriba a sus protagonistas, nunca los juzga ni se cree superior a ellos. El tono experimental y de improvisación confluye con el relato, que fluye progresivamente, dejándose llevar por las circunstancias y culminando en escenas que comprometen altamente al espectador, como la del viaje en el micro, que coquetea con la muerte y crea, por momentos, una tensión inusual.
El filme de Andrés Andreani no viene a contar algo completamente nuevo y original. Sólo toma un pedazo de espacio-tiempo y se hace cargo de ello, sin responsabilizar a nadie excepto a sí mismo. Allí radica su mayor mérito, lo cual no es poco. Es muy fácil ser soberbio y hacerse el canchero, lo arduo es ponerle el pecho a las balas, sincerarse frente a un contexto que promueve múltiples interpretaciones y puntos de vista. El respeto que Novak muestra por sí misma y por el espectador es tan necesario como digno de imitar.
http://www.cineramaplus.com.ar/critica.php?pelicula=3855
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